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MONSTRUOS EN LOS ANDES


Aplasta la hierva solitaria,
allá, en la angustia distante
jadea, arrastra la infancia
a su edén macabro.
La víctima es sacrificio
de un caramelo,
juguete de trapo que muere
no etiende ni puede,
nuevos infiernos en su cuerpo.
El ríe,
gime,
éxtasia al cielo,
explota en mil cuchillos
su veneno,
diez, en sus manos ahogan
la justicia.
Corre luego por horror
secreto insepulto,
acomoda la culpa
en su miseria.
Bebé agua angustia
mastica pan duró
hasta que otra mañana
se fija en otros ojos puros.
La demencia lo justifica,
la ley no lo condena,
compra dulces por cinco centavos
y se vuelve emisario del diablo.
Alguna vez en su llanto
pregonaba "pena de muerte"
para los malvados.

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MALEVA

Iré llorando a la guaca con el luto en las manos iré como arcilla al río con mi corazón destrozado. Volveré a la turba añil volveré de verdes collados a ser el pájaro de abril que muere en cielos vedados. Seré tierra negra de páramo seré lucerna fría de invierno que al mar eterno reclamo tras la gris cortina del averno. Iré llorando a tus ojos una sola vez diré te amo y así nunca más llamaré tu nombre que se extravió.

Las montañas

Las Montañas.  Cuando muera no me iré, me quedaré en las montañas donde tu mirada me busque,  en el ladrar de los perros,  en la cangagua,  en los ojos puros y sonrisas sin maldad. Busca mi alma si me extrañas,  allá lejos en las montañas,  por los caminos de lodo y las gradas de quebradas,  en cachorros con frío y en los niños del cerro.  Con los Apus me voy a quedar,  a oír sus leyendas y escuchar su sabiduría,  oliendo los eucaliptos y las ortigas  que nunca pude diferenciar. Caminaré con él caminante, impulsaré su bastón de palo y suavizaré su paso. Acumularé las penas para bajarlas al río  y llegaré donde dormida talvez en mi sueñes, talvez me recuerdes y cuidaré tu sueño. Amaru castelA.

poema tu boca

Tu boca flor de nardo me orilla imperativo al deseo de morderla. De ingresar en tus ojos, recoger tus esferas, succionar tu pecado con dulzura de un poema, aferrarte a mis huesos, estremeserte las nalgas, abrir tu flor con mi bravata, ser un picaflor suspendido en tu falda. Tú boca redonda encarnada de rosas me orilla al abismo y me empuja a besarla. Me succiona a otro mundo, tibio mullido donde mi cuerpo no termina sino dentro del tuyo.