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Dice dios:


"Sean uno


       en la unidad"...


De la fila primera. Ella se levanta de su silla, viene a mi. Me besa, entre pastoso sabor a sangre y aire alcalino.

Dice zatanas al oido:


"se diferente, en la diferencia esta tú poder"...


Ella se sienta en mis piernas, mete mis manos a su falda. Baja un ángel enojado y grita:


"Dios ayuda al fuerte el débil merece la muerte".

Salimos de la mano, del templo donde se juntan las manos.

Enroscados en un instinto mágico. Con la angustia de la certeza, de la obligación perdemos algo en cada beso, en cada cópula, en cada almuerzo que se deshace al aire mientras la soga ahorca.

"Bienvenida hermana muerte, por mi también vendrás, de mi no te olvidarás"...

Se oye el grito de la vida encadenada a este simulacro de vivir cada viernes con una cerveza.

La escupen. La bituperan, la niegan.


Se visten de colores con su mortaja blancusca teñida con sus reglas, pero calcarea siempre.

Sonrisas de domingo. Ojos tristes y apagados por la negación autoinflingida. Todos en su sitio, representando la narrativa de un loco que odió a la humanidad.

Amaru castelA.

Editado 2019 enero

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