No eres una cosa que se besa en lo oculto, un dulce helado que se lame ante las miradas ausentes, una presa que se agarra donde nunca entra el sol. No eres la víctima que se pervierte y degenera en la piedra.
No eres lluvia ni luz, eres caudal tormentoso, la bruma melosa que nubila los ojos, eres lascivia espesa que hunta la piel. Prohibida demonia que otorga la vida. Eres una diosa del paraiso del placer.
Inconciente y meliflua, sempiterna y caprichosa. Tú divina manera y tú irresistible poder me sumergen en tu mundo donde solo soy un calabera, la brea en desuso, un ingente sin ser.
Y asi me tratas, me llevas bajo tus pies, arrastrado en tú desprecio hasta que un viento milagroso, providencia del placer, te convierte en la fiera con sed de mi desquicio, de mi padecer.
Y renasco en la lujuria, se destrozan las cadenas y soy lo que debí ser; pero tú último gemido, me anula, me vuelve a pervertir.
Amaru castelA.
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