A los hermanos Restrepo.
A su familia con total respeto, admiración y solidaridad.
Yo era un niño, como ellos, yo cruzaba las noches entre el sic y el mercado,
muy dentro del pavimento
oía los torturados,
oía los muertos.
Borraron sus cuerpos para impregnar la memoria,
allá lejos en los cerros,
allá profundo en las fosas, lagunas policíacas gritan hoy su historia,
las lágrimas se transformaron en sangre para impulsa el sentimiento de un pueblo en agonía,
de un país en desasosiego.
Eran niños como yo,
ante fauces de psicópatas que con uniforme y ambición
horrorizan los días,
se ensaño el criminal,
la vocación costumbrista
de torturar en un gobierno de inhumana descomposición.
Cruz y fiesta en las mentes, palo y bala en las calles,
no fueron niños para la prensa,
fueron silencio en las mentes
y con el miedo transeúnte
nos lesionaron para siempre.
Ecuador sube sus peldaños, cargando todos sus muertos y aunque intenten callarnos somos más los que sabemos.
Amaru castelA.
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