LA PROMESA Por: Amaru Castela Bañado de luz blanca su pálido rostro aparece y desaparece, los cambios de velocidad no inmutan la dispersa mirada que perdida en la ventana es la puerta de otros mundos. El nudo en mi garganta es tan apretado que apenas un delgadísimo hilo de aire logra atravesarlo, me ahoga la saliva, se vuelve helada y un abismo inmenso se me abre en el estómago. El bus casi llega a su destino, luego caminaremos unas cuantas cuadras hacia la casa. En mi hombro su delicada cabeza recostada, su hermoso cabello negro huele a rozas. Su suave rostro casi toca mi cuello mientras que su aliento enciende en mi pecho una hoguera que de a poco consume mi cuerpo. En un pequeño movimiento suyo, ¡ya no resisto más!, aprieto con fuerza sus manos y digo: -Ya no puedo solo, ¡ayúdame! ¡Soy un alcohólico! Ella se reincorpora, sus profundos ojos negros se clavan en lo más turbio de mi alma; los aclara. No me dice nada, pero me tranquiliza su mirada
ECUADOR MILES DE AÑOS MILES DE LETRAS