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Cuento. QUITO EN FUEGO

Amaneció lloviendo fuego, el cielo aún negro vomitaba ácido. Aturdido, golpeado, mareado emergía de una nube negra de humo y polvo, salía de entre lo escombros de lo que fue mi techo, mi casa. Mi esposa muerta, mis hijos muertos, mis perros hechos pedazos en el patio, mis vecinos ya no existían. Una chacra de sangre recorría el asfalto negro, vi como una llovizna de sangre que caía a la lejanía. Camine algunas cuadras, la "Plaza Grande" el "Palacio de Gobierno" eran ahora varios cráteres en la tierra, como una obra en construcción. Sumaban mis oídos, ya no oía, un anciano con una bandera negra. llevaba un cartel al cuello: "VEN LES ADVERTIMOS, TENÍAMOS RAZÓN". Descendí a la " Plaza del Teatro", una gran zanja producida por un avión caído, destrozó la parada del trolebús y varios metros de la calle Guayaquil. Entonces temblaron mis piernas, me desmorone, sentado en el lodo, lloraba tomado la cabeza entre mis manos, de a poco pude
Amo en mi la vida, la de los otros, que fenece en un movimiento, las flores cuando ya están en el basurero . Amo la rigidez muda, lejana en el universo, de un perro atropellado sin patria ni afectó, mi cuerpo lastimado enfermo de mi.  Amo las manos frías, amo las bocas chuecas de gritos cuadrados, la prepotencia del incapaz, las piernas mustias y la urgencia del impotente que pregona su éxito. Amo existir en mi soledad, amo el relleno de la miseria, la ruptura del techo donde sale la lluvia. Amo la basura que es el mundo, a mi Quitó que empieza a degenerar, amo los rostros muertos aunque nunca voy al cementerio, salgo de casa y no voy por las calles tránsito por las quebradas, las gradas destruidas donde viven las ratas. Y amo todo eso por que debo continuar, por que es todo lo que tengo.
triste y deshilada se filtra la melodía funesta, el viento arresia va opacando la tarde, las ramas gimen, bailotean, se deshace mi lápida y se desmenusa la tierra. el cofre, frío y obtuso se abre, me recibe una única idea, !tú! tú belleza, tú aliento, tú compañía aunque la mía no quieras y el mundo me lástima, sólo salgo a buscarte entre estos charcos de raíces secas, bajo este cielo amargo de soledad entera, me lástima la tierra con sus hijos y sus temas. Te encuentro para que también me lastimes y me aborrezcas, pero me quedó ahí lejos y cerca, a distancia eterna, mirándote, odiandote, y odiando lo que soy, cavilando cobarde hasta que un fuego me atreva, sarpar con tu vida, saciar mi pena...