Todos los meses de Agosto, cuando OrióM legisla el cielo del Ecuador, un extraño influjo aletea sobre mi paz, una fuerza extraña y contraria a mí, ataca donde soy más vulnerable y de donde brota mi fuerza: en mi corazón. Sin llegar a perturbar nuestro amor, mi hada y yo, somos victimas de circunstancias externas, que intentan alterar nuestra felicidad. He indagado en la vieja torre, hasta en los libros más antiguos, no hay uno que me ilumine; pregunte a cada árbol del bosque y ninguno sabe; he conjurado todos los riachuelos y manantiales, nadie me responde y todos los pájaros que cantan no me han convalecido. Atravesé el espejo, un susurro me conto de un viejo sueño y de quien desde la penumbra, con una flauta, caminos abre y puertas encuentra. Por eso, bajo el fulgor rojo que la luna rodea, en medio de la campiña dispongo un sueño, armado con furias retare a mi opuesto. En verdad tomo conciencia en un típico ensueño, miro al horizonte donde el escenario es un velo. Tr