POESIAS Sí la lectura provoca tal divino deleite, ¿Por qué no tocar su cuerpo sensual? ¡El libro! Contorsionarlo. Lamerlo. Rayarlo, deshojarlo. Posar mi piel en su rostro. Montar su lomo y abrir suavemente sus pétalos. ¿Por qué no besarlo? Morderlo y en su húmedo efluvio de tinta y celulosa manchar mis piernas. -Y que grite- - y que yo grite- Y llore en mis penas. Camine en mis ojos y salte de mi boca. ¿Por qué no tocar? ¿Torcer? ¿Lanzar un libro al suelo? Y recogerlo con llanto El niño que acaba las noches tratando de entender su mundo, ¡débil! negado a sus carencias, de sonrisa tonta. Que levanta flores del desperdicio de la miseria, el niño de mirada mentirosa que repite la cantaleta y camufla su herida en la indiferencia. Que confunde y habla lo que no piensa, aquel encerrado guardado en la afonía eterna, oscura, no soy yo, es apariencia ajena, e
ECUADOR MILES DE AÑOS MILES DE LETRAS