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Tengo todas las hambres,  cada gota salibal del océano que agovia;  las imágenes que lastran,  el ahogo que me extirpa,  las ganas desde el alma. Los deseos que se inflan y desnudan el vientre,  la parca escondida tras la esquina que recuerda,  que grita con olor,  con aroma jugoso a vida,  sabor a crimen,  a descoyuntura,  a profunda sangre y muerte entre besos de dolor. Oculta delicia, delicada faena,  de arrancar de la inocencia una perturbadora libertad. Comer sin piedad ni prejuicio,  beber sin miedo a la saciedad;  olvidar la razón y la pena para crear mi propia civilidad. Amaru castelA. 
- Amigo no es el que busca provecho, beneficio de ti. - Sí fuera así, no existiera la amistad.  - Un amor no es el que busca placer, ni ensoñación, ni plenitud en ti. - Sí fuese así, nadie realmente ama.  - Un amor es, en la playa desierta quien no sucumbe al frío sabiendote, a la distancia bien. - Amistad es quien da sin calcular, quien anticipa y cubre tú necesidad. - Sí fuera así, no seríamos lo que somos. Amaru castelA. 
Carne magra y comisuras cafe con leche,  rosadas pardo.  Sobresalen al moverse,  en la mueca jugosa que destroza el ambiente       y contiene la vida. Se abren apenas  por donde silva el flautista,  pajaro oculto que sabe del futuro y borra la desgracia. Puedo sentirlos entre mis dientes, a la distancia, en mi locura. Succionar su cáliz, dulzura de guanto, ensoñación de colmena, frío de muerte. Ajis rocotos que arden para siempre y marcan con fuego la víctima próxima de tú matadero.  Amaru castelA. 
Inclino su cuerpo junto al ventanal panorámico para arreglar la basta de su pantalón enredada en el zapato. Apoyo su mano derecha en el vidrio que se trizo muy rápido, sin darle tiempo a un suspiro. Con su último ahogo veía borrosa y en rojo, la ventana desde la que cayó. No terminó ahí, cuando no está flotando en el agua helada de un océano o mirando la interminable playa rocosa; cae y vuelve a caer junto con miles de trozos de cristal. Escucha los gritos y el llanto todo el tiempo. Amaru castelA.
No busco el éxito,  sigo al fracaso y si vas tras mis pasos  también lo encontrarás.  Los bloques de infancia,  la moral mal armada,  las mentiras de labios excelsos y maquillados  que me alejan con asco  del Altar de la honorabilidad. La hombría, el cascajo,  la civilidad, adalis y descaro.  El orgullo y la humildad,  la ambición y prosperidad. Acumulación insana, antinatural, insensible.  Un sueño indiferente de comodidad rapaz. Burbuja claustro de apariencias y agrado, hipócrita cautividad, bomito de un diablo que experimento siete días con el corazón inocente.  Dolor y rabia que envenenan los días  y corrompen de noche  un martirio contumaz  del ser victimario  de su propia naturalidad. El éxito exigido,  el molde programado, límites sensoriales y cuñas en el pensar.  Todo apesta con los soles que te ofrecen ilusiones en tú vaguedad. Detesto el éxito y a sus discípulos,  más a los charlatanes  que no lo ofrecen y presumen sin saberse su realidad. Amaru castelA. 
En un mundo de hiprecia, no por ser directo significa que dejas de ser hipócrita. Muchas generaciones confunden la insolencia y descaro con sinceridad. Amaru castelA. 

mis manos

Mira mis manos blancas, sin sol, sin dios, sin la maldición que tú llamas trabajo; ahora que soy más yo y menos lo que tú querías que sea. Del fondo y la forma no me preocupo, ya sé para que estoy aquí, ya recordé para que vine y no es por ti. Mira mis manos suaves, sin dolor, sin esfuerzo; celebran en sí el hecho de la rebelión, la paz, el amor. Frías cuál lágrima, duras con el dolor son deleite del viento, son mi proyección, mi síntesis. Ellas entienden la vida, hablan con los cuerpos, sienten la energía y sobre todo expresan quién soy. Amaru castelA. 
Tus recuerdos duelen, avergüenzan el alma y humillan al ego. Tu familiaridad condena con serena normalidad el habla que vuelves a confundir. El deseo es una raíz que pudre mis venas mientras tú sonrisa mirada me vence.  Todo el tiempo vuelcas y los lugares trastocas en lunares equidistantes de profundas hondonadas,   los colores se funden en carne ocre y magra,   los humores remolinean como gases de cámara. Solo un dedo te detiene con todo mi coraje, te conjura, salva el poco follaje seco entre las llamas. Con el silencio huyo, aterrado, constante: pero a salvo. Amaru castelA.

covid 19

Imagina adentro algodón negro y tejido gris, imagina al suave y delicado pulmón. A un virus que te come, huequea e infecta, a la sangre que llega sucia y explota sin tener por donde huir. La contaminación, la pus, un mundo sin ti.  Imagina aquel día, piensa que no saliste, que no hablas ni estrechaste, convencerte de que no importó,  trata de imaginarlo entre el ahogo y el dolor, no mires tú último momento, piensa que nunca contagiarse a nadie y perece en paz. Amaru castelA. 
Sábado de  amanecer triste, mortaja frágil de pesadumbre en gotas;  culpa y temor. Miedo al lunes, su voz, presencia pulcra de manglar devastado, prepotencia turbia de ignorancia tirana entre la lluvia y agonía de la pobreza perpetúa. La inmunda, la desobediente loca alma insana que se esconde reprobada y se empeña en el dolor. Ya solo con miedo perdió la aventura, desflorarse a sí misma, afligir a quien ama.  A la hora de la ventana, huir sin remedio y vaciar la confianza, pisar los anicos afilados del porvenir.  Amaru castelA. 
Que me dices tras lo que hablas?  Quiero escuchar tus sentidos, tus intereses... Saber los recovecos internos de tú mirada, escuchar los ecos distantes, ocultos, de tus palabras, salir con el aire despejado del vapor negro que callas, que empujas, que resbala.  Sostener en las manos tus sentimientos y verlos volar sin tanto insecto, sin mascaras.  Quisiera encontrarte, entenderte  y saber lo que quieres, lo que anhelas, lo que hace que maquilles los miedos, las vergüenzas, las ideas que esconden tus palabras. Amaru castelA. 
No puedo dormir, hoy la luna camina por el patio, se posa en la ventana, moja mis sábanas y destruye mi calma. Corren sus risas por las oscuras estancias y tras cortinas vacías puedo sentir su mirada. Susurra al despunte de una brisa apagada y rosando tenue mi piel congelada, con su aroma dulce, caricia insensata, escurre su luz en mi boca cerrada. La luna lujuria, medallon de plata, aretes de conchas, desnuda su alma y me quema, me mata, atrapa mi vida, se la lleva con el alba. Aunque sé que no quieres, me miras porfiada, volveras cuando nueva, luna negra a mi cama. Amaru castelA. 
Ir descapotados por la carretera, con hotel California y en el aire coníferas, o en la ventana de un autobus con baño, maldiciendo la suerte de los que se quedan, malaya mi suerte, escapar de los barrotes con la insertidumbre del tiempo, sin saber de comidas calientes, sin saber de la muerte. Escapar, huir a dónde no me encuentren, a donde pueda ser un mundo diferente, el que yo quiera, el que yo escoja, embarcarme y partir sin consentimiento. Y el rumbo? Sin ningún rumbo, con el corazón nuevo, el deseo ardiente y la maldad entre los dientes, la bondad en la ropa, casi sin ropa. Oír el son del camino, escuchar los susurro como olas, que aturden, que rompen y recomponen la vida. El deseo de cada tarde, cuando se ha terminado el entusiasmo, talante ajeno de la noche artificial, postura oblicua de la mañana seca y un solo silvido que lejano, extraño, hace renacer. Amaru castelA. 
Los impuntuales no merecen la vida. Más aún los acomplejados, inseguros, los que justifican su retraso con cobardía.            Amaru castelA 
EL AÑO DE LA VENGANZA.  A mis enemigos la muerte y a los ocultos la destrucción, que sus nombres queden en el rincón  del cementerio de moscas a donde la araña no desciende  y la escoba nunca encuentra. Allá entre recortes amarillentos y restos  de juguetes de los niños muertos,  viva su recuerdo perdido entre rosas.  Sus almas no desciendan ni sus nombres se muevan,  sean manchas verdes de sepulcros rotos  arrojadas por intransigentes al camino de hierba. A mis enemigos la respuesta   de todos los calderos olvidados y sedientos  de sangre y miedos,  a ellos y sobre sus cabezas  el sello de la fatalidad y el encuentro con su propio gesto. En las lunas del averno, en el año de la paga, llueva y trine en los árboles  el viento,  corra el agua transparente con su canto de tormentos.  Amaru castelA. 
Ni Dios ni el diablo,  ninguno cumplirá mis deseos, nadie será condescendiente  con mi necesidad. A veces duele el espacio vacío de las esperanzas destrozadas,  las palabras deferentes como vidrio en un ojo.  Ni vivos ni inertes, seres navegantes del tiempo, sin ningún mendrujo analgésico, sin ningún atisbo de compasión, no hay calides, no hay solución, en ésta áspera y tóxica ritualidad. El amor, la sinceridad, todo lo calcino la putrefacta obligación y mi libertad llora de lejos sin querer perdonarme.  Hay días en que recuerdo o imagino como era vivir con tranquilidad, con alegría, recostado en la nada y esperando un futuro sin precio.  Amaru castelA. 
TEGO.  Tengo la maldición que empaña los espejos de cuando dicen hago quiero hacer lo que no debo. Dicen no salgas del saco y al saco lo vendo,  dicen quedate callado y empieza el canto interno,  arrodilla te imponen y yo pateó sus letreros,  cuando me dicen algo quiero hacer lo que no debo.  En el camino solo me pierdo y en la ciudad del amor  nunca me encuentro,  en el muro del dolor mi nombre esta expuesto porque cuando me dicen hazlo quiero hacer lo que no debo. Ya no tiene solución vivo bien en el rincón donde habita la tristeza  soy feliz al amanecer con la primera luz que aparezca,    cuando me dicen hazlo quiero hacer lo que no debo. Amaru castelA. 
Poema post...lo que quieran. -Te vendo un guijarro-  Dijo Saint Safrangard en la plaza desolada de Jaansajhiert luego del bombardeo americano. -Te vendo- dijo. Y lo calló el abismo. Amaru castelA. 
El odio.  El amor es un motor, también lo es el odio. Ante una sociedad hipócrita que te obliga a destruir los valores que ella misma impone; es más lógico y sano, la conflagración que el entusiasmo. Criatura renuente e impenetrable, con rasgos disruptivos y aislamiento. Sin sonrisas tontas ni colores aguados. Definición y constancia camino al cadalso. Ya en otra era explicaran tú desliz, el odio en dosis externas que te mantendrá alejado, del liquen y de la turba, metástasis que envenena los foluncos que te conectan y así libre estarás a salvo. Nada para ofrecer sin ponerlo a prueba y todo sentimiento claro, real, sin cerrumbe falso ni obligado, sin encuadramiento ni culpas de doctrinas vagas, creadas por los dueños de rebaños. Amaru castelA. 
El sueño.  El sueño se diluye  entre cada acto autómata  de la sobrevivencia, explotará como retoño de cantina algún viernes de exesesos  y será tarde,  estará perdido,  su latente angustia se habrá consumido  en un recibo de cajero automático,  ya no dolerá o dolerá menos que la imposición de cualquier jefe explotador.  En tal caso será tarde, tal vez encuentre un lapso en algún mundo oculto del subconsciente donde aún pueda mantener mi voluntad. Amaru castelA. 
Por fin, atravieso esta larga pared blanca y solo un huiracchuro me llama,  mi sombra vuelve a juntarse a la vereda,  todos los demás han muerto  o es mi castigo su ausencia.  Traspaso la cofia,  un guarro janchi resuena,  encuentro la antigua calzada  que es como yo,  la más pisoteada  entre los caminos de arena. Llegué a la casa,  a las ruinas en pena;  pero hoy es un buen día,  un kinde picaflor me alegra,  me trae el mensaje de sus voces,  de sus llantos,  de su risa. Más doloroso que un cáncer, más siniestro que la guerra,  contumaz como el tiempo fué el trabajo,  la obligación  que me arrancó la vida. Suena el despertador aunque el celular quedó destruido por las ratas,  en la ventana una mala acuarela supone la aurora,  los zapatos me apresan,  la ropa me ahoga.  Abro la puerta y otra vez, aquí,  aqui detrás de la pared blanca  y ya no tengo fuerza para buscar por tanto tiempo la salida. Amaru castelA.
Entre las inmensas montañas habla de un RECUERDO, la sombra del CAPATAZ.  Truenan los latigazos: - Dime de cuál otro nombre de la violencia hablas?  Entre las nublada montañas, oscuras como el pelo ensangrentado contesta la voz del indio: - A veces la violencia se llama dignidad,  libertad tan,  igualdad tan. Se desata la lluvia y el cuerpo en tierra retumba.  - En tu boca se llama muerte, EN NUESTRA BOCA JUSTICIA. Amaru castelA. 
Arebol encendido de equinos fluviales  y flores de sal,  una golondrina muere en el aliento cósmico  y una araña vuela entre una lágrima y otra. Tus ojos me desprecian, tú parecer es otro. La ira se culumpia, baja del tumbado que no pudimos sostener, filoso desdén desvía tú rostro ante los ademanes torpes por volverme a restituir. En la veloz noche conozco el final, dormí ya en esa lápida y se que una garúa tortuosa limpiará el epitafio. La fatalidad es una cobija fría viendo mi barca undida, las nubes vuelven a oscurecer el día. Amaru castelA. 
En la casa orve de triste olvido, donde se encuentra la vida suspendida y aunque no lo han dicho, nadie que conozca su interior volverá a ser hijo del sol; en sus muros magros, muzgo y soledad, puertas sin  dirección; tras la risa que musitas , detrás del llanto que nunca desprende, veo tú sombra apenas desvanecerse, apenas huir de mi paso. En la casa oculta, otras generaciones, insolentes a las puestas de luna, recuerdan con variaciones  los trastornos emotivos; aquel lugar a donde vuelves, a donde me llevas en cada ruptura armónica, muy pronto será el laberinto imposible de donde nunca más, encontrarme o encontrarte, tal vez desde algún espejo escuches en aflijidos lamentos el camino que no debes continuar. Amaru castelA. 
LO QUE PIENSAN LOS DEMÁS.  Estas palabras son reales, son mis sentimientos y mi pensar. Haciendo un análisis de las etapas de mi vida, de los saltos abruptos de una a otra, del evidente extremismo ejecutado ignominiosamente. Diré que existe un tipo de energía, un sentimiento que desprenden las personas y el cual alimenta mi proceder, nunca he podido controlarme frente a dicha fuerza, más bien me atrapa el sin rumbo como pluma en la corriente, sumergiendome y empujando hacia aquel trayecto sin destino. El que dirán los demás.  Es que, de verdad no sé cuántos lo entiendan o hayan experimentado, pero cuando la vieja chismosa de tu calle se retuerce y pudre por dentro viendo que su estupor y condena te hacen feliz, de ella se desprende este valioso perfume, este potente combustible que alimenta la vida. Familiares, amigo, padres, cónyuges, maestros, hombres y mujeres dignos. Todos son el lecho degenerativo que provoca este gas más potente que el metano. También provoca o desata violencia c